jueves, 18 de agosto de 2016

Un día negro, parte 2: Catherine Ibarguen, la reina del atletismo



La frase "hoy es un día negro" no volveré a escucharla igual desde ahora gracias a los negros que han hecho brillar mis días en Río 2016. Óscar Figueroa, oro en levantamiento de pesas, Yuri Alvear, plata en judo, Yuberjén Martínez, plata en boxeo y Catherine Ibarguen, oro en salto triple, honraron la afrocolombianidad con sus triunfos y es hora de que Colombia aprenda que el racismo es ofensivo y tan dañino como la corrupción y la guerra. 

Estuve en cada una de las ceremonias de entrega de medalla de los mencionados, pero el 14 de agosto será particularmente especial por ser un doble triunfo. Dos negros luchadores, humildes y con una capacidad de superación personal admirable, lograron que la bandera tricolor quedara en lo más alto. Después de ver la pelea de la vida de Yuberjén Martínez, muchos colombianos, aún sin boleta, nos dirigimos al otro lado de la ciudad para ver a Catherine Ibarguen buscar su mayor objetivo como atleta, el oro olímpico. 

El estadio olímpico Engenhao de Dentro donde se lleva a cabo el atletismo, estaba repleto como se esperaba, pues la expectativa mundial era ver a Usain Bolt en acción por primera vez en Río 2016. Y aunque los 100 metros fueron espectaculares, los colombianos en tribuna fuimos para ver a nuestra reina del ébano, como cariñosamente se le conoce a Catherine. 

De hecho, muchos fueron sin tener boleta, pero esperaban encontrarla en los alrededores. Los precios eran tan exuberantes como en natación para ver a Michael Phelps o basquetbol para ver a la selección de Estados Unidos. Nadie encontraba boleta a menos de $500 reales, que al cambio son casi $500.000 pesos colombianos, por eso muchos estaban frustrados porque justo Catherine competiría el mismo día que Bolt. Mala y buena suerte a la vez. Los que entramos sabíamos que eramos muy afortunados, pues tuvimos un 2 x 1 único. Esa promoción tal vez nunca más la ibamos a encontrar en la vida, pues estos al parecer serían los últimos Juegos Olímpicos de ambos, por lo que sus nombres serían aún más grandes con el pasar de los tiempos.

Lo ratificaron con sus medallas de oro. Indiscutibles y anheladas. Los colombianos estaban agrupados en frente de la arena donde caía la antioqueña, y ella respondía agradecida en cada salto por los aplausos y las voces de aliento. En uno de sus saltos claves, Catherine competía justo al tiempo cuando el estadio hacía silencio para ver la clasificación de Usain Bolt. La concentración debía ser mayor, pues no sentía los gritos que podía reconocer a su lado. 

Mi asiento en el estadio estaba designado muy lejos de la competencia. Yo quería verla de cerca, por eso bajé 4 pisos y vi toda la competencia de salto triple de pie. Catherine gesticula todo el tiempo. Es simpática con los fanáticos, saluda con la mano en alto y una sonrisa gigantesca. Al lado mío tenía a un brasileño y dos chilenos. Los tres estaban anonadados con su capacidad y belleza. Aplaudían y chiflaban como locos. Al verla saltar me decían "Es buenísima la negra, eh". 

Estaba orgullosa. Ella nos estaba dejando en lo más alto como persona y atleta, justo el día que competía el más grande de la historia del atletismo. Catherine Ibarguen aseguró su puesto en la historia olímpica, ahora el 14 de agosto será recordado como el día que Bolt volvió a ganar oro y Catherine ratificó ser la reina del salto triple. En unos Juegos Olímpicos, los turistas y periodistas miden mucho los comportamientos de las diferentes nacionalidades, y de los colombianos no había escuchado ninguna queja, todo lo contrario. Pero Catherine superaba sólo lo bueno, ella realza lo mejor de ser colombiano. Superar los obstaculos, ser capaz de ser la mejor, siempre sonreír y ratificar el cliché de las mujeres del país: ¡somos hermosas! Es desde hace varios años, un ícono del deporte nacional, y la mejor atleta de nuestra historia. Su profesionalismo la ha destacado a nivel mundial y sus rivales la describen como una estrella mundial, por eso para los colombianos fue decepcionante que no fuese la abanderada. Al final tuvimos otra gran mujer y deportista llevando nuestra bandera; Yuri también lo merece pero Catherine había sido la abanderada escogida por todos, no por los votos ni por los patrocinadores, ella nos representa de la mejor manera posible a todos los colombianos. 

Los deportistas también la admiran. Omar Pinzón, Santiago Giraldo, Yuberjén Martínez y muchos más de la delegación colombiana en Río 2016 estaban en el estadio apoyándola. Muchos no sabían que la ceremonia de premiación sería el día siguiente, pero lo importante como en todas las presentaciones anteriores de colombianos, era hacerlos sentir locales mientras competían por el sueño dorado. Cantar el himno por segunda vez fue muy especial en lo personal. Esta vez se sintió con mayor seguridad, ya no era sorpresa, dada la categoría de Ibarguen en la arena que siempre fue la favorita. Imagino su alivio al escuchar el himno y saber que ya había conseguido su más grande objetivo: ser campeona olímpica. Y es que debe ser una sensación increíblemente gratificante que gracias a tu esfuerzo y dedicación, el mundo escucha el himno de tu país en unos Juegos Olímpicos.

Sus respuestas no se quedan atrás; si con la sonrisa dice mucho, cuando toma el micrófono se toma muy en serio sus respuestas. En Casa Colombia, cuando ya era la campeona olímpica, terminó ofreciendo un discurso en pro de los deportistas colombianos y se llevó el aplauso de todos los presentes. Se despidió agradeciendo pero fuimos nosotros los más agradecidos por su entrega y dedicación al deporte.

Gracias a Catherine Ibarguen y los negros exitosos que afortunadamente hemos tenido en Río, concluyo que hay momentos para romper con los tabúes. Si teniendo una campeona olímpica, estrella del atletismo mundial y embajadora del deporte y la belleza nacional, no somos capaces de dar un salto de calidad, como los que ella ha dado en nombre de Colombia, entonces no merecemos celebrar sus triunfos. 

Para festejar una medalla de oro de una negra, debemos dejar atrás los chistes racistas (aunque usted sienta que es una broma, pero hace mucho dejó de ser gracioso). Para aplaudir a Yuberjén Martínez hay que ser conscientes que antes fue mecánico y vendedor de dulces y artesanías, así que la próxima vez reitere su trato a cualquiera de ellos, pues puede ser el próximo campeón olímpico de boxeo. Si se emocionó con Óscar Figueroa, intente imaginarse su carrera y deje de decir "trabajo como negro" para denigrar su entrega. Y si se puso tan feliz como yo con la medalla de plata de Yuri Alvear, dígalo con orgullo ¡negra tenía que ser! por haber insistido en lo suyo desde niña con coraje y convicción. Los negros merecemos respeto siempre, pero si en Colombia tenemos héroes orgullosos de ser negros, la mejor manera de homenajearlos es empezar a repudiar el racismo. Ya es hora de dejar atrás la hipocresía de aplaudir sus triunfos mientras en las calles miramos como un enemigo al negro que camina al lado nuestro.

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