miércoles, 5 de octubre de 2016

Lecciones de fútbol 5 paralímpico


15 de septiembre de 2016, Parque Olímpico, Río de Janeiro.


Ninguna de las clases sobre teorías de la  comunicación en la Universidad, me enseñaron tanto como ver una semifinal de fútbol 5 paralímpico. La cita fue en el Parque Olímpico de Río de Janeiro con el partido Brasil vs China, por el primer cupo a la finalísima. Sabía que jugaban ciegos y que la grama era sintética, pero no que el balón tenía sonido ni que el arquero no tenía ninguna discapacidad. Para la mayoría, asistir a un juego como ese resulta entretenido pues no están acostumbrados a ver fútbol con ciegos. Es válida esa apreciación, siempre buscamos ver cosas diferentes y tratar de impresionarnos con eso. Yo desde el principio lo vi como un aprendizaje, tal vez porque soy deportista y sé lo que significa entrenar duro para adaptar tu cuerpo al deporte que prácticas y segundo porque soy terca y suelo hablar más de lo que escucho. Por eso, cuando veía a los chinos y brasileños pisar el balón, llevarlo de lado a lado, esperarlo con el tiempo justo, todo eso sin conseguir ver algo a su alrededor, entendí que no existen límites si realmente te lo propones.

Ellos entrenan para que su deficiencia física no sea un obstáculo para hacer deporte, pero también nos enseñan que como personas tenemos que entrenar más para ser mejores. Recordé lo difícil que ha sido escuchar a mis compañeras en la cancha en estos 5 años como aficionada al fútbol de salón femenino, tras ver cómo constantemente los brasileños y chinos se ayudaban y llamaban entre sí, cada uno en su idioma. De hecho, es bastante difícil escuchar al otro en el día a día, pero los ciegos aprenden muy rápido a hacerlo y para mi apreciarlo en un juego colectivo, mi favorito y que además practico casi a diario, fue realmente motivador. Para jugar fútbol 5 de ciegos es necesaria una capacidad de percepción muy finita, como la de Wang #9 de China que va eludiendo rivales mientras siente de cerca la marca contraria. A su vez se necesita mucha paciencia para esperar el balón y esperar la orden del guía para patear o llevar el balón. Y finalmente es necesaria la capacidad de auto ubicación, mucho entrenamiento y potencia como la Jefinho #7 de Brasil, para que cuando tengas una oportunidad de patear, puedas hacerle un gol a un arquero que como tú, entrena durísimo pero al no ser ciego, puede ver cada uno de tus movimientos.



Los fanáticos aprendimos mucho. Como los jugadores no pueden ver, necesitan hablarse todo el tiempo y escuchar a sus entrenadores muy claramente, así que los espectadores necesitan hacer silencio. Los típicos cánticos se dejan para celebrar los goles y el entretiempo, mientras tanto no se puede hablar. La mayoría estaban incómodos, hay que tener en cuenta que el hincha brasileño tiende a animar y cantarle mucho a su equipo, por eso veía que los vecinos buscaban conversar con el otro en un tono bajo, pero ni así era suficiente. Me di cuenta lo difícil que es callarse cuando veía a otros haciendo lo que yo hago siempre, pero al final disfruté del juego donde Brasil salió victorioso y clasificó a la final. Lo más destacable es que ahora sé que no es tan difícil hacer cosas tan básicas como esperar una fila o escuchar a otra persona sin interrumpir.


Ahora, vale la pena que cada uno de nosotros se pregunte, sea deportista o no: si yo fuese discapacitado, ¿conseguiría hacer lo que un deportista paralímpico? Primero tendríamos que preguntarnos si en serio nos gusta el deporte como profesión, porque como hobbie no funciona, y así no todos están dispuestos. Por ejemplo, una nadadora paralímpica brasileña necesitó coger 15 buses diarios para cumplir con su rutina de ejercicios y fisioterapia para poder estar en Río 2016. ¿Usted sería capaz de hacerlo por nadar? O ¿sería capaz de jugar fútbol igual si no lograra ver absolutamente nada? El amor al deporte de un atleta paralímpico va mucho más allá de su acondicionamiento físico. Son personas con historias destacadas, con una capacidad de superación personal admirable que encontraron en el deporte un estilo de vida y desarrollaron con muchísima disciplina el talento para hacer realidad sus sueños. El lema paralímpico “espíritu en movimiento”, demostró una vez más que nada es imposible. 

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